¿Podemos vivir desconectados? es la pregunta que lanza el artículo “Cuando la tecnología es una carrera de obstáculos del periódico el País?, si me hubiesen hecho esta pregunta hace cinco años mi respuesta sería afirmativa, pero en ese lapso de tiempo muchas cosas han pasado y una de ellas es mi apego a la tecnología. Ahora en las mañanas pego un salto de la cama hacia el ordenador, paso horas y horas ahí tratando de hacer tareas y los posteados (je je) y comunicándome con mi familia, que alguna vez detesté la tecnología sí y que me sigue desesperando por momentos cuando las cosas se complican también es cierto , pero es que cada vez nos vemos más orillados a utilizarlas desde compra de boletos por internet, entrega de análisis clínicos en la página web del hospital, venta de cualquier objeto online, videoconferencias, matricularme en línea para el Máster TIC y entregar todas las tareas de éste en blogs, wikis, redes sociales, páginas web.
¿Realmente es tan sencillo hacerlo todo en línea?, hemos aprendido pinchando aquí y allá, preguntando, desesperándonos e intentando de nuevo, por momentos es complicado incluso hasta para los más competentes digitalmente, pero ¿qué pasa con aquellos que desconocen su uso? ya sea porque rehuyen, no les interesa o porque geográficamente, social y económicamente no pueden acceder a ellas, la revolución digital parece hacerlos a un lado. En el artículo se menciona una brecha cultural y generacional, en lo personal prefiero no generalizar porque conozco personas mayores que son verdaderos tecnófilos y gente joven que le rehúye a las tecnologías.
Esta revolución digital parece estar excluyendo a clientes potenciales, aquellos que no quieren saber nada de la tecnología o que se sienten incómodos y prefieren el contacto cara a cara en los trámites, ¿qué se propone entonces? ayudarlos a entender la tecnología. Para ello es necesario hacer más digeribles los procesos y programas, la colaboración conjunta de usuarios industria y alfabetizadores, ¿cómo hacerlo realidad? cuando la industria parece obstaculizar el ingreso a la tecnología con nuevas aplicaciones, palabras, aparatos que nos facilitan ciertas cosas pero que a la vez implica estar constantemente actualizados para no estar fuera de sintonía y consumiendo lo nuevo que sale en el mercado.
Pero ¿es justo para estos usuarios no alfabetizados hacerlos a un lado? Si no quieren ser parte de estas redes informáticas por motivos diversos, ¿que sigue? ¿ofrecerles alternativas con otras TIC como lo son la radio y la televisión que continúan tan vigentes o mostrarles el camino con las bondades de la era informática?
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