
El uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) impacta en distintos ámbitos de la sociedad como la empresa, la educación, la cultura, el gobierno entre otros. Esta revolución digital influye en las normas, principios y valores de la sociedad, por lo tanto los conflictos que surgían a nivel local rápidamente se transformaron en globales. Los cuestionamientos actuales en torno a la ética informacional giran en torno a temas como privacidad, propiedad intelectual, acceso libre al conocimiento, derecho a expresión en redes digitales, el plagio, la censura, este tema cobra mayor importancia con la llegada de Internet al grado de adquirir un tono político y de caracterizarse como disciplina académica.
La transformación del contexto informacional nos lleva a repensar metodológicamente los fundamentos en que se basan nuestras posiciones éticas, surge entonces la Ética de la Información (EI) para comprender la realidad a través de la lente filosófica del análisis informacional. Este modelo, nos ayuda a entender por qué cualquier tecnología que modifique de manera sustancial nuestra «vida informativa» tendrá implicaciones profundas para cualquier agente moral.
Es el filósofo Luciano Floridi quien propone una perspectiva global de la Ética Informacional (EI) donde se contemple la información (que incluye su creación, elaboración, distribución, almacenamiento, protección, utilización y posible destrucción); y se analice, desde el punto de vista informacional, todas las entidades involucradas, incluyendo al agente moral, sus cambios, acciones e interacciones, considerándola como parte del entorno informacional o infosfera a la que pertenecen como sistemas informacionales propiamente dichos.
Pretende ir más allá de la función instrumental que les atribuyen otras perspectivas éticas, por lo tanto, mantiene que la EI puede contribuir a determinar de manera normativa los deberes éticos y los derechos legalmente exigibles; en principio, no se opone a cuestiones altamente controvertidas pero técnica y científicamente posibles de transformar o «mejorar» la realidad. A lo que se opone, definitivamente, es a que se quieran ignorar las consecuencias de tales transformaciones radicales.
Cuando habla de agentes se refiere tanto a las sociedades como a la información y las tecnologías donde pueden considerarse morales aquellos que pueden responsabilizarse de sus actos y ser sometidos a evaluación, la cual se realiza en términos de su contribución al crecimiento y bienestar de la infosfera, es decir del entono informacional, de tal modo que cualquier acción que la afecte hará crecer la entropía y será considerada una instancia del mal, entendiendo entropía como destrucción o corrupción de los objetos informacionales, a un empobrecimiento del ser, la intención es disminuir la entropía para tener valor moral.
Un proceso o acción serán moralmente buenos o malos en función de cómo afecten a la infosfera, independientemente de sus consecuencias, motivos, universalidad o carácter virtuoso. La EI es fundamentalmente proactiva, el reto se encuentra en comprender cuál es el mejor modo de configurar la realidad.
Para este autor, la infosfera comprende el mundo intangible de los datos, la información, el conocimiento y la comunicación, que poseen la cualidad de impactar realmente en los elementos materiales del mundo. Los principios fundamentales de una ética de la infosfera son el respeto a la información, su conservación y valorización.
Coloca en su centro no al agente sino al paciente de la acción incluyendo los entes no vivientes, entiende al ser desde los entes, donde toda información o ser por el hecho de ser tiene derecho a existir y a desarrollarse de acuerdo a su naturaleza Propone la evaluación de situaciones morales desde perspectivas objetivas que no tomen al ser humano como medida de todas las cosas, más bien plantea un principio ontológico de igualdad.
Considera el concepto de ‘ontología’ como un problema de comprensión (o no comprensión) entre lenguajes y visiones del mundo locales que se vuelven incapaces de resolver problemas. Este problema sólo se puede resolver, afirma Floridi, presuponiendo una ontología básica, es decir de todo aquello que soporta la vida y que trata de evitar el sufrimiento así como toda forma de destrucción de los entes puesto que todo ente, por el hecho mismo de ser, tiene derecho a una forma específica de respeto.
La Ética de la Información es una ética que concierne a los usuarios y productores de las TIC, los cuales deben adoptar una postura ecopoiética, una construcción moralmente informada del entorno, concretándose en el Homo poieticus, un ser que cuida de la realidad para protegerla y para acrecentarla de manera próspera en el entorno informacional, en esta perspectiva las responsabilidades están relacionadas no solo como usuarios y consumidores, también se asumen deberes como creadores, administradores y supervisores de la información.
La EI no resulta inmediatamente útil para resolver problemas éticos concretos pero proporciona la base conceptual que guiaría los procedimientos adecuados para resolver estos problemas. La meta de la EI es evitar una entropía de la información y promover una infosfera donde estén presentes las libertades civiles, los derechos humanos y la calidad de vida de la sociedad, donde se asegure la privacidad, el pluralismo, el respeto a la diversidad y acceso a la información.
La transformación del contexto informacional nos lleva a repensar metodológicamente los fundamentos en que se basan nuestras posiciones éticas, surge entonces la Ética de la Información (EI) para comprender la realidad a través de la lente filosófica del análisis informacional. Este modelo, nos ayuda a entender por qué cualquier tecnología que modifique de manera sustancial nuestra «vida informativa» tendrá implicaciones profundas para cualquier agente moral.
Es el filósofo Luciano Floridi quien propone una perspectiva global de la Ética Informacional (EI) donde se contemple la información (que incluye su creación, elaboración, distribución, almacenamiento, protección, utilización y posible destrucción); y se analice, desde el punto de vista informacional, todas las entidades involucradas, incluyendo al agente moral, sus cambios, acciones e interacciones, considerándola como parte del entorno informacional o infosfera a la que pertenecen como sistemas informacionales propiamente dichos.
Pretende ir más allá de la función instrumental que les atribuyen otras perspectivas éticas, por lo tanto, mantiene que la EI puede contribuir a determinar de manera normativa los deberes éticos y los derechos legalmente exigibles; en principio, no se opone a cuestiones altamente controvertidas pero técnica y científicamente posibles de transformar o «mejorar» la realidad. A lo que se opone, definitivamente, es a que se quieran ignorar las consecuencias de tales transformaciones radicales.
Cuando habla de agentes se refiere tanto a las sociedades como a la información y las tecnologías donde pueden considerarse morales aquellos que pueden responsabilizarse de sus actos y ser sometidos a evaluación, la cual se realiza en términos de su contribución al crecimiento y bienestar de la infosfera, es decir del entono informacional, de tal modo que cualquier acción que la afecte hará crecer la entropía y será considerada una instancia del mal, entendiendo entropía como destrucción o corrupción de los objetos informacionales, a un empobrecimiento del ser, la intención es disminuir la entropía para tener valor moral.
Un proceso o acción serán moralmente buenos o malos en función de cómo afecten a la infosfera, independientemente de sus consecuencias, motivos, universalidad o carácter virtuoso. La EI es fundamentalmente proactiva, el reto se encuentra en comprender cuál es el mejor modo de configurar la realidad.
Para este autor, la infosfera comprende el mundo intangible de los datos, la información, el conocimiento y la comunicación, que poseen la cualidad de impactar realmente en los elementos materiales del mundo. Los principios fundamentales de una ética de la infosfera son el respeto a la información, su conservación y valorización.
Coloca en su centro no al agente sino al paciente de la acción incluyendo los entes no vivientes, entiende al ser desde los entes, donde toda información o ser por el hecho de ser tiene derecho a existir y a desarrollarse de acuerdo a su naturaleza Propone la evaluación de situaciones morales desde perspectivas objetivas que no tomen al ser humano como medida de todas las cosas, más bien plantea un principio ontológico de igualdad.
Considera el concepto de ‘ontología’ como un problema de comprensión (o no comprensión) entre lenguajes y visiones del mundo locales que se vuelven incapaces de resolver problemas. Este problema sólo se puede resolver, afirma Floridi, presuponiendo una ontología básica, es decir de todo aquello que soporta la vida y que trata de evitar el sufrimiento así como toda forma de destrucción de los entes puesto que todo ente, por el hecho mismo de ser, tiene derecho a una forma específica de respeto.
La Ética de la Información es una ética que concierne a los usuarios y productores de las TIC, los cuales deben adoptar una postura ecopoiética, una construcción moralmente informada del entorno, concretándose en el Homo poieticus, un ser que cuida de la realidad para protegerla y para acrecentarla de manera próspera en el entorno informacional, en esta perspectiva las responsabilidades están relacionadas no solo como usuarios y consumidores, también se asumen deberes como creadores, administradores y supervisores de la información.
La EI no resulta inmediatamente útil para resolver problemas éticos concretos pero proporciona la base conceptual que guiaría los procedimientos adecuados para resolver estos problemas. La meta de la EI es evitar una entropía de la información y promover una infosfera donde estén presentes las libertades civiles, los derechos humanos y la calidad de vida de la sociedad, donde se asegure la privacidad, el pluralismo, el respeto a la diversidad y acceso a la información.
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Referencia: Ética de la información. Lectura. Floridi, L. (2006). Ética de la información: su naturaleza y alcance. Isegoría: Revista de filosofía moral y política, 34 (Ejemplar dedicado a: Infoética: los desafios morales de la nuevas tecnología): 19-46 http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/2/2.
Referencia: Ética de la información. Lectura. Floridi, L. (2006). Ética de la información: su naturaleza y alcance. Isegoría: Revista de filosofía moral y política, 34 (Ejemplar dedicado a: Infoética: los desafios morales de la nuevas tecnología): 19-46 http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/2/2.
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